Extraescolar de Fotografía Vivencial 

Proyecto de fotografía participativa para niños 

Este proyecto se enmarca en el programa Plá de Barris del ajuntamiento de Barcelona.  El taller se desarrolló en formato de extarescolar para los niños y niñas del barrio Gótico.

El objetivo principal del proyecto fue promover el autoconocimiento en la última fase de la
niñez a través de la fotografía vivencial y la imagen como fuente de inspiración y de posibilidades creativas
que ayuden a los participantes a compartir, expresar, empatizar y comunicar lo que sienten, más
allá del lenguaje oral.

Notas y metodología del proyecto:

La visualización interior para conectar con el propio universo emocional

Los primeros días de clase invité a los niños y niñas a conectar con su respiración y ha realizar un pequeño viaje interior. En este viaje visualizarían su universo interno..
¿Qué colores había, qué olores, qué cosas, lugares… emociones, personas? Se trataba de que observen lo que encontraban en su interior. Una vez realizado este viaje lo escribían para no olvidarlo y a continuación lo pintaron en un papel.
Conectar con el universo interior es el punto de partida del proyecto. Cuando salíamos a fotografiar les invitaba a recordar su dibujo, su universo, ¿con qué parte de su universo conectaban ese día? ¿Qué fotos podían representarlo?

Conectar con las emociones y hablar sobre ellas

Antes de comenzar “la clase” hablábamos de ¿Cómo estaban? ¿Cómo venían? ¿Qué habían hecho el fin de semana? Lo siguiente era compartir la propuesta que tenía pensada para ese día.
Al finalizar la clase los invitaba a escribir como se sentían, cómo se iban a casa. Esto me ayudaba a valorar cómo estaban recibiendo y sintiendo el taller. Poco a poco este momento fue ganando espacio y atención por parte de los niños y niñas. Cada vez contaban algo más sobre el fin de semana o sobre cómo se sentían. Este sentir era integrado en la propuesta fotográfica.

El juego y conexión con el cuerpo

La expresión corporal fue igual de importante. Sobre todo, los días que trabajamos en el aula. Antes
de subir, y luego de tener nuestro breve diálogo de puesta al día para saber cómo estábamos, jugábamos o bailábamos para conectar con el cuerpo.
Los niños y niñas son “muy del cuerpo” Muchas veces no saben como canalizar lo que sienten y bailando o jugando puede ser la manera de aflojar tensiones y renovar la energía.

La cámara de fotos

Fue importante que cada niño disponga de su cámara de fotos. Ello permitió crear un “vínculo” personal con la herramienta como tal. Cada niño usó siempre la misma cámara que llevaba su nombre. Se responsabilizó de ella, a tal punto que se la llevaron a su casa durante una semana.

Decidí confiar. Fue una experiencia súper valiosa para mi y también lo fue para ellos.  Me preguntaban ¿Qué pasaría si no devolvían la cámara de fotos? ¿Qué consecuencias habría? Les explique que ninguna. Yo elegía confiar en ellos y ellos se comprometían a cuidarla porque las cámaras eran mi herramienta de trabajo y también la de ellos. Sin cámara no podrían continuar tomando fotos en el taller, y tomar fotos era a lo que venían. Todos devolvieron la cámara. Incluso se preocuparon unos con otros recordándose mutuamente que había que devolverlas.

La imagen

Es el lenguaje vehicular del proyecto. Un lenguaje que facilita verbalizar lo que se mueve dentro. A través del intercambio de fotografías los niños han podido empatizar unos con otros. Alguien de repente tomaba una fotografía que despertaba interés en el compañero y hablaban de esa foto. Esto facilitó y promovió la empatía y aceptación dentro del grupo. Ello repercutió en el desarrollo de la actividad reduciendo los roces entre ciertos niños. La imagen les ayudó a encontrar esos puntos en común. A mirar a sus compañeros de otra manera.

La bitácora como elemento vincular al proyecto

La bitácora es personal y en ella los niños han explorado diferentes materiales y maneras de hacer. Sin necesidad de seguir un estilo concreto o una técnica determinada. Eran ellos mismos los que elegían qué material usar, cómo usarlo… etc. Lo importante es el proceso y esto es lo que permite y promueve concretamente el formato de bitácora. Hay un proceso creativo que va en sintonía con un proceso interno y emocional cambiante.

La bitácora permitió a los niños y niñas expresar y conectar con su propio proceso creativo y ver el desarrollo de éste al acabar la bitácora. Por ello era importante que la bitácora fuese desplegable. Prueba de esta vinculación fue que los niños quisieron llevarse la bitácora a su casa para continuar escribiendo en ella y decorarla porque no llegaríamos a tiempo con las clases que quedaban por delante. Acordamos que la traerían a la semana siguiente acabada. Al igual que ocurrió con las cámaras, todo el mundo trajo su bitácora finalizada. Y no solo la trajeron acabada sino que la llevaron también a la escuela para mostrarla a sus compañeros. Ellos están muy contentos con lo que han elegido contar en su bitácora, con su proceso. Es lo que más les ha gustado de la extraescolar y seguramente la guardarán y quien sabe, un día podrán retomarla.

Conclusión

Confirmo que los niños necesitan reconectar con su libertad interior. Es importante que tengan espacios en los cuales se promueva a que sigan su propia intuición creativa sobre lo que “les pide el cuerpo y su energía de ser niños” Que conecten e identifiquen lo que necesitan hacer desde la creatividad, (en este caso fue la Fotografía Vivencial) para conectar y expresar sus emociones.. El espacio de Fotografía Vivencial no es solo para aprender a tomar fotografías. La finalidad en este espacio es utilizar la fotografía para conectar con las emociones, para atravesarlas y materializarlas en una foto/imagen que luego podían transformar en sus bitácoras, o dejar tal cual, según lo que cada uno necesitara expresar y experimentar.

Dejarles libertad para mirar y decidir qué fotos les gustaba, sin más. Sin tener en cuenta si esa fotografía “estaba correcta o no” sino con qué emoción les conectaba la imagen. Alguna vez ellos mismos comentaban que una foto que creían que les encantaría, al verla impresa resultaba que no lo era tanto… pero en el momento que tomaron la foto les había encantado.

Son pequeñas reflexiones que lamentablemente no hubo el espacio suficiente para desarrollarlas e ir más en profundidad, incorporando entonces la pedagogía visual, abriendo la curiosidad en ellos a través de preguntas cómo: ¿Qué hace que una foto te guste más que otra? ¿qué es lo que querías captar y no estas viendo ahora en la fotografía impresa? etc.

No dejo de sorprenderme con la potencialidad de la imagen para acercar a las personas, conectándolas con su propia creatividad y descubriéndoles también nuevas maneras de mirar realidad que habitan y ellas mismas.

Los niños no han sido una excepción a esto. Me ha encantado compartir un poco de sus infancias.

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Porque la filosofía y punto de partida de la Fotografía Vivencial® es conocer a fondo, sentir, e interiorizar todo sobre la persona que crea el proyecto y el proyecto en sí.